domingo, 2 de mayo de 2010
Bienvenidos
Ensayo sobre el autor/Por: Jarrette Soto
La experiencia al realizar un trabajo tan completo como este me ayudo de diversas maneras, al igual aprendí más de lo esperado. El tema sugerido por el profesor al comenzar la propuesta de este trabajo era uno ajeno a mis conocimientos, si sabía que Ramos Otero era un escritor puertorriqueño, pero no sabía el género al que se dirigía ni la historia exacta de esta persona. Tengo que admitir que quede bastante satisfecha y complacida como mi labor aportada a este blog. Aprendí a organizar mas la ideas y a aclararlas para facilidad de otros, en este caso ustedes compañeros de clase y para el profesor.
Ensayo sobre el autor/Por: Tamara Pérez
Apuntes biográficos
José Manuel Ramos Otero nació en Manatí el 20 de julio de 1948. Su niñez la pasó en su ciudad natal y vivió, en la segunda sede del antiguo edificio del Casino Puertorriqueño de Manatí. En efecto, Manatí nutre gran parte de su obra, junto con la ciudad de San Juan y Nueva York, donde residió durante veinte años.
Ramos Otero inició sus estudios en el colegio la Inmaculada en Manatí. Su familia se trasladó a San Juan cuando él tenía siete años. Asistió a la Escuela Superior de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras (1960-1965) y continuó hasta recibir un título de licenciatura en Ciencias Sociales (Major en sociología y la Minor en ciencias políticas) en la Universidad de Puerto Rico, donde se graduó en 1969.
En 1979 obtuvo la Maestría en literatura en New York University. En Nueva York se desempeñó al principio como investigador social, más tarde como profesor en distintas instituciones educativas tales corno Rutgers University, La Guardia Community College, York College y Lehman College. Fundó una pequeña editorial, El Libro Viaje. Organizó conferencias y encuentros de escritores puertorriqueños en Estados Unidos.
Acorde con el momento en que se da su formación e inicio como escritor, el estilo de algunos de sus relatos en particular los que publica en la revista "Zona carga y descarga" - editada por Rosario Ferré y Olga Nolla de 1972 a 1975-resultan, para muchos lectores, chocantes por el atrevimiento de sus temas y por el lenguaje directo y a veces soez.
Sin embargo, en toda su narrativa prevalece un lirismo que dota a sus cuentos de un innegable valor artístico. Se trata de un escritor que asume la literatura como la más importante verdad pues, como señaló en muchas ocasiones, vida y literatura en él se hermanan. Así, escribe siempre desde la perspectiva de una identidad plenamente asumida, identidad como puertorriqueño exiliado en Nueva York, como artista en busca de nuevos modos expresivos, y como homosexual. A este respecto, la homosexualidad no es necesariamente un tema de su obra, sino la perspectiva vital desde la cual vive la realidad y que permea sus creaciones centradas por su lirismo en la intimidad de los sentimientos y la etereidad de la poesía.
Ramos Otero pertenece al grupo de cuentistas que se inicia en Puerto Rico en la década del setenta. Su libro Concierto de metal para un recuerdo (1971) puede considerarse, junto a Cordial magia enemiga de Tomás López Ramírez y la novela Veinte siglos después del homicidio, de Carmelo Rodríguez Torres, publicados ese mismo año, iniciador del nuevo rumbo en el cuento puertorriqueño contemporáneo.
Su actitud radical respecto a la práctica de la escritura y de la vida sexual le hicieron víctima frecuente de la marginación, tanto en su país como en Nueva York, a donde emigró desde 1968 hasta 1990; no obstante, la crítica no pudo dejar de contar con la obra de este autor al referirse a la generación a la que pertenecía. "...yo estoy entre mi ficción y la historia, no estoy fuera de ninguna de las dos sino entre ambas, y todo lo que he escrito, todo lo que escribo, es un intento de atrapar, irónicamente, la voz de mi liberación".
Creador de gran fecundidad, se destacó, sobre todo durante los veinte años que vivió en la ciudad de Nueva York; como poeta, narrador, director de teatro, promotor de la cultura y la literatura puertorriqueña y como amante del cine y de la música.
Ramos Otero fue editor de la revista Zona de Carga y Descarga Su producción literaria gira en torno al cuento, la novela y la poesía.
Del legado literario del autor, que ha aparecido en numerosas antologías, tanto de habla hispana como inglesa, han sido publicados los siguientes libros: Concierto de metal para un recuerdo (cuentos), La Novelabingo (novela), El Cuento de la Mujer del Mar (cuentos), El libro de la Muerte (poesía), Página en Blanco y Stacatto (cuentos) y Otras Orgías de Soledad.
Falleció en San Juan el 7 de octubre de 1990 a causa del SIDA. Sus cenizas fueron esparcidas, a petición suya, en la playa que siempre amó y que era parte de su ensoñación y fantasía: la Mar Chiquita.
Poemas
y luminoso a un apartamento nocturno y estrecho.
Éramos un recuerdo distinto y similar de voces
amorosas que quedaron atrás encerradas en el
mar, jugando al escondite por bosques milenarios y
volcanes dormidos. Éramos todo eso y mucho más:
el eco de un espíritu sincero que cambió brisa
por humo, fuego de sol por ceniza, gente de carne
y hueso por máscaras anónimas, hombres de la
ciudad que en el amor volvieron a sus islas infinitas.
Cubanacán boricua y Borikén cubano, finalmente
abrazados, con las alas cortadas falsificando
vuelos, como cambiando pétalos por plumas.
Éramos boleristas de la misma loseta: vereda
tropical y niebla de riachuelo, un desvelo de amor
bajo Venus, olas y arenas de una nave sin rumbo,
besos de fuego para una canción desesperada,
yo era una flor y tú mi propio yo. Con lágrimas
de sangre quise escribir la historia que ahora escribo
con sangre, con tinta sangre, del corazón. Éramos
compañeros del desorden profundo, pasión de
vellonera hombres por fuera y por dentro, no
solamente cuerpos sino historia. Éramos la victoria
de amarnos sin prejuicios, sin posesión ni celos,
sabiendo que lo eterno dura un segundo. Éramos los
remeros de la misma galera en busca de esa isla que
al final los libera. Éramos mucho menos
de lo que ahora somos.
DE PIE A CABEZA ESTABA
vestido el hombre de cuero de la noche
las greñas cenizas del cabello se erizaban
como el sol siciliano de azabache.
Como un cuchillo
filo afilado del entremuslo blando
surcó la soledad de sueños y viejas profecías
la promesa de un viaje a Tombuctú
que le hicieron de niño.
Clavo fatal
el tajo de fango que finaliza el cuerpo.
Lo vi una vez debajo de la tierra
cubierto de polvo luminoso
inhumano y hermoso como un muerto
cargando su ataúd sobre la espalda.
Regresó desde allá
su máscara de guerra descocida en la boca
besando el beso eterno dela sangre de Atila.
Había cruzado el horizonte.
Había comprendido sus alas de murciélago.
Había sido el tenebroso cadá de un poema.